jueves, 6 de agosto de 2009

MUCHA PLATA Y POCAS EXPLICACIONES EN UN INFORME DE ECONOMIA

El País

Gas: impuestazo en medio de la maraña de subsidios
El impuestazo al gas domiciliario, que ha puesto contra las cuerdas al oficialismo en el Congreso, puede ser sólo la punta del iceberg. Y el iceberg completo es la maleza de subsidios cruzados, la cantidad de plata que el Gobierno gasta sin rendir demasiadas cuentas y una dudosa transparencia en el manejo de fondos públicos.Cuanto mucho, existen algunos números generales del Ministerio de Economía.En el primer semestre se fueron 622 millones de pesos más que el año pasado en subsidiar el combustible del transporte automotor de pasajeros, y 464 millones en aportes directos a las empresas de colectivos. O sea, sólo en ese rubro, se agregaron $ 1.086 millones a la montaña que se había gastado entre enero y junio de 2008.Durante el mismo período, aumentaron en 373 millones las transferencias a las empresas concesionarias de los ferrocarriles. Y en 531 millones los fondos destinados a subsidiar el consumo de productos y derivados del sector agropecuario: si por esto fuese, los precios deberían estar clavados. En cambio, hubo un llamativo ahorro de 775 millones en la compra de gas. El Ministerio de Economía lo explica en el diferimiento de los pagos de la estatal Enarsa y dice que esa partida aumentará en el futuro.Pero ese pase asoma, justamente, lo que se espera recaudar con el impuestazo: según el decreto, es para financiar la importación de gas boliviano. En el fondo, va a aliviar subsidios.Subsidios en buena medida, las transferencias al sector privado para gastos corrientes sumaron $ 19.368 millones en el primer semestre de 2009, o sea, unos 5.000 millones de dólares. Y superaron en 27 % a los $ 15.211 millones del año pasado.Si se agrega lo que fue a las empresas públicas --en energía, fundamentalmente--, la cuenta redonda escala a $ 31.754 millones. Esto es, la tercera parte de todo el gasto publico primario, sin servicios de la deuda.Y por fuera de los argumentos que cada cual esgrima sobre la estatización, hasta junio financiar las necesidades operativas de Aerolíneas Argentinas le insumió al Estado 1.004 millones. Alrededor de 5,6 millones diarios, que ahora andarían arriba de 6 millones, en el millón y medio de dólares. De inversión, poco: $ 200 millones en un Boeing 737.Son sólo algunos números sacados del informe de ejecución presupuestaria de Economía. Pero semejante maraña de dinero público derivado para un lado y para otros, ha tomado la dimensión de un sistema indescifrable. Más bien, de un sistema que los funcionarios debieran empezar a aclarar.Concretamente, explicar cuáles son los costos que cubren, cómo se gastan los recursos y en base a qué parámetros, dónde están las inversiones y el mantenimiento. Aventar, en fin, las sospechas que quien quiera que mire semejantes cifras puede razonablemente tener.Hace tiempo que los subsidios y la intervención de los Estados son instrumentos de política económica aceptados. Valiosos en la redistribución de ingresos, para atender la situación de los sectores de menores recursos o fomentar actividades que se consideren clave. Pero la misma naturaleza del sistema exige que sean administrados de un modo transparente, eficaz y visible en los resultados.Si hasta parece una ironía que una transferencia de 99 millones de pesos, este semestre, sea justificada en la "optimización del sistema de transporte ferroviario". ¿Optimización de cuáles servicios, que no se nota?, podría preguntarse cualquiera que lea esa explicación oficial.Lo mismo vale para los más de 15 millones de pesos diarios que, según datos privados, se gastan en sostener empresas públicas y semipúblicas.Todos integran la sucesión de parches que se aplicaron para suplir la ausencia de políticas. O una política de zonas grises.El problema es que la caja fiscal ya no aguanta, tal cual se ve en los boletazos sobre el gas y la luz. Y no aguanta porque, según los propios números de Economía, el gasto público crece hoy al 30 % y los ingresos al 12 %: exceso o faltante, da igual."La suba sólo alcanza a los usuarios de clase media alta", dice Miguel Pichetto, el jefe del bloque de senadores oficialista. Si es así, debería explicárselo a los pobladores de su provincia, Río Negro, que gracias a un amparo judicial lograron frenar los aumentos. O a las familias numerosas y nada pudientes alcanzadas por el impuestazo.Está claro que el congelamiento tarifario indiscriminado beneficiaba sobre todo a los sectores de más altos ingresos y hasta estimulaba derroches en esas mismas capas sociales. El kirchnerismo lo descubrió después de seis años. Operó sin mucha pericia técnica, de un solo golpe y, así, de un solo golpe le cayeron encima todos los costos políticos que este tiempo gambeteó.Lo que podría venir es que a alguien se le ocurra tirar del ovillo completo y avanzar sobre la enorme madeja de subsidios y transferencias de dudosa fiabilidad. No será desde luego el Gobierno, que es arte y parte.

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