LA MILLONARIA INVERSION, DESDE ADENTRO
Alto Calafate tiene una vista privilegiada, habitaciones a puro confort y wi-fi en todos los rincones.
Por: Lucio Fernández Moores Clarin
Uno se puede quedar con la pileta, en la que se puede nadar aunque afuera haya nieve que uno ve caer. O con el enorme y sobrio salón de recepción. O el amplio restorán con platos exquisitos. Pero indudablemente es la incomparable vista lo que se paga en el hotel por el que dijo haber comprado dos millones de dólares el ex presidente Néstor Kirchner.Es cierto, no se ve el glaciar Perito Moreno, razón y sentido de las más de 20 mil almas que hoy viven en El Calafate y de los 7 mil turistas que esta villa es capaz de recibir en una misma noche. La inmensa mole de hielo, tan grande como la ciudad de Buenos Aires, está a 80 kilómetros, oculta desde aquí tras los cerros Mitre, Buenos Aires y Frías. Pero sí se atisba la inmensidad de la Cordillera de los Andes y sus nieves eternas. Y se deleitan los ojos con las aguas turquesas del Lago Argentino.El hotel Alto Calafate, la más lujosa de las propiedades que se le atribuyen por aquí a Kirchner, está sobre una lomada en el acceso a El Calafate. Es la primera construcción importante que se ve luego de franquear el control policial en la ruta que viene desde el aeropuerto. El viento obliga a mantener cerrada su puerta principal, flanqueada por un piquete de dos pesadas macetas."Lindo mi pago en verano. Cuando se funden los hielos el sol es un poncho manso que se destiñe en el cielo", dice en cuatro líneas el poético cartel anónimo que recibe al turista dentro del lobby. Para los extranjeros, entre paréntesis, se aclara que "pago" significa" lugar. Debajo, los horarios de la cena, el desayuno, el spa y el gimnasio."¿Sabés a qué hora llega el vuelo?". La pregunta a la recepcionista no es de un turista cualquiera sino de un joven rubio de la tripulación del próximo vuelo de Aerolíneas Argentinas rumbo a Buenos Aires. Alto Calafate fue contratado por la empresa aérea luego de su reestatización para alojar a los tripulantes de la decena de vuelos diarios que llegan hasta aquí de esa compañía desde Buenos Aires. Cuando supo que el vuelo estaba demorado, el joven volvió a una de las computadoras del lobby.Alto Calafate ofrece internet gratis -vía wi-fi- a todos sus pasajeros y en todos sus rincones. Sus 103 habitaciones, esparcidas en tres pisos, tienen camas enormes, TV por cable y sillas tapizadas con la misma tela de las cortinas. Los cuartos son sobrios pero no se exceden en lujos. El frigobar ofrece a 22 pesos la botella de un litro de agua mineral importada desde los Alpes franceses, una de las favoritas de la presidenta Cristina Kirchner. Si se abre la ventana, el viento nos recuerda que estamos en la implacable Patagonia, la tierra kirchnerista.No se ve mucha gente estos días en el hotel de los Kirchner. Su ocupación no superó el pico de 70% que tuvo la villa en enero. Tampoco se vio gran preocupación por la internación del ex presidente. Apenas un rato de televisión en el salón para fumadores contiguo al restorán.
Alto Calafate tiene una vista privilegiada, habitaciones a puro confort y wi-fi en todos los rincones.
Por: Lucio Fernández Moores Clarin
Uno se puede quedar con la pileta, en la que se puede nadar aunque afuera haya nieve que uno ve caer. O con el enorme y sobrio salón de recepción. O el amplio restorán con platos exquisitos. Pero indudablemente es la incomparable vista lo que se paga en el hotel por el que dijo haber comprado dos millones de dólares el ex presidente Néstor Kirchner.Es cierto, no se ve el glaciar Perito Moreno, razón y sentido de las más de 20 mil almas que hoy viven en El Calafate y de los 7 mil turistas que esta villa es capaz de recibir en una misma noche. La inmensa mole de hielo, tan grande como la ciudad de Buenos Aires, está a 80 kilómetros, oculta desde aquí tras los cerros Mitre, Buenos Aires y Frías. Pero sí se atisba la inmensidad de la Cordillera de los Andes y sus nieves eternas. Y se deleitan los ojos con las aguas turquesas del Lago Argentino.El hotel Alto Calafate, la más lujosa de las propiedades que se le atribuyen por aquí a Kirchner, está sobre una lomada en el acceso a El Calafate. Es la primera construcción importante que se ve luego de franquear el control policial en la ruta que viene desde el aeropuerto. El viento obliga a mantener cerrada su puerta principal, flanqueada por un piquete de dos pesadas macetas."Lindo mi pago en verano. Cuando se funden los hielos el sol es un poncho manso que se destiñe en el cielo", dice en cuatro líneas el poético cartel anónimo que recibe al turista dentro del lobby. Para los extranjeros, entre paréntesis, se aclara que "pago" significa" lugar. Debajo, los horarios de la cena, el desayuno, el spa y el gimnasio."¿Sabés a qué hora llega el vuelo?". La pregunta a la recepcionista no es de un turista cualquiera sino de un joven rubio de la tripulación del próximo vuelo de Aerolíneas Argentinas rumbo a Buenos Aires. Alto Calafate fue contratado por la empresa aérea luego de su reestatización para alojar a los tripulantes de la decena de vuelos diarios que llegan hasta aquí de esa compañía desde Buenos Aires. Cuando supo que el vuelo estaba demorado, el joven volvió a una de las computadoras del lobby.Alto Calafate ofrece internet gratis -vía wi-fi- a todos sus pasajeros y en todos sus rincones. Sus 103 habitaciones, esparcidas en tres pisos, tienen camas enormes, TV por cable y sillas tapizadas con la misma tela de las cortinas. Los cuartos son sobrios pero no se exceden en lujos. El frigobar ofrece a 22 pesos la botella de un litro de agua mineral importada desde los Alpes franceses, una de las favoritas de la presidenta Cristina Kirchner. Si se abre la ventana, el viento nos recuerda que estamos en la implacable Patagonia, la tierra kirchnerista.No se ve mucha gente estos días en el hotel de los Kirchner. Su ocupación no superó el pico de 70% que tuvo la villa en enero. Tampoco se vio gran preocupación por la internación del ex presidente. Apenas un rato de televisión en el salón para fumadores contiguo al restorán.
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