05/12/10 - 00:52
PorCamilo Blajaquis. Poeta. Vive en la Villa Carlos Gardel
En las villas como Ciudad Oculta, los próceres no son San Martín, Belgrano o Sarmiento; son el que robó un blindado o mató a un policía. En estos lugares es más fácil encontrar un porro que un libro y un arma que un cuaderno. Yo me pregunto siempre cómo un chico de 14, 15 años, en vez de estar jugando, preocupándose por la novia, está con un arma yéndose a robar.
Me duele verlos así, porque se están matando con la droga y se resignan a que su vida no sea otra cosa que cárcel, balas policiales y cementerio temprano: simplemente quiero dar el mensaje que un chico no nace malo, el contexto lo hace malo.
Yo jamás justificaría un homicidio. Si a mi mamá le ponen un tiro, ¿sabés a dónde mandaría la filosofía? Pero al tiempo me plantearía: ¿qué onda que un pibe hizo eso?
Yo veo daño en la víctima y en el que sale a robar. Porque es fácil agarrar y decir “ustedes eligen no trabajar y yo me mato laburando”. Está bien, pero vos no te criaste como me crié yo, con los valores que me crié yo. De chico no te enseñan qué es la ética, qué es la moral. No te enseñan cuál es el valor de la vida, ni cuáles son los valores en una sociedad. Es para pensar, pero para la sociedad lo más difícil que hay es pensar. ¿Qué pasaría si inundamos las villas de cultura? Hagámoslo, y en cinco años hacemos una evaluación.
La vida de los pibes pasa por tener las últimas zapatillas Nike. La imagen influye mucho, eso de sentirte superior, y robás y las chicas del barrio te miran, los pibes grandes te saludan. Y si para un pibe de la villa es más fácil ir a robar que estudiar, y está mejor visto, ahí tenés los resultados, los pibes salen a buscar lo que el porvenir nunca les dio. Después no nos quejemos cuando esos pibes llenan los diarios de sangre.
Blajaquis estuvo cinco años preso. Autor del libro “La venganza del cordero atado”. Estudia Filosofía en la UBA.
lunes, 6 de diciembre de 2010
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