01/06/10 Jorge Alberto Izzeta tenía 51 años. Era mecánico, pero los sábados hacía una changa repartiendo pizzas. Juntaba dinero para hacerle la fiesta de 15 a su hija. Lo mataron al sacar el auto del garage. La víctima salía a trabajar y lo balearon dos jóvenes
PorLiliana Caruso Clarin
En el último tiempo, Jorge Alberto Izetta (51) tenía una sola obsesión: juntar dinero para, en octubre, pagarle la fiesta de 15 años a su hija menor . Y fue por eso que, a su trabajo en un taller mecánico, le sumó hace un par de meses unas changas como repartidor de pizza.
El sábado cerca de las ocho de la noche salía de su casa de Quilmes Oeste, en su auto para ir a la pizzería. Pero antes de arrancar dos adolescentes en moto l o interceptaron para robarle y terminaron matándolo .
Izetta aparentemente le dio la billetera pero enseguida comenzó a forcejear con uno de los delincuentes. El mecánico llegó a tirar a uno al piso y allí fue cuando el cómplice le pegó dos tiros en la cabeza.
Izetta cayó en la calle y los ladrones escaparon sin llevarse nada . Los vecinos intentaron ayudarlo y lo llevaron hasta el Hospital Zonal de Quilmes pero murió cuando era atendido.
El homicidio se produjo la misma noche en que en el barrio porteño de Monte Castro —tal como publicó Clarín en su edición de ayer— mataron frente a su hijo a Raúl De Gaitani (45) para robarle el auto frente a su casa.
“Quebraron a una familia. Jorge era el tipo más bueno del mundo, no molestaba a nadie. Solo trabajaba y tenía obsesión por cuidar y darle todo a su familia y en un minuto lo mataron dos pibitos . Esto parece una joda porque la Policía seguro los detiene, se quedan un par de horas en la comisaría y después la Justicia lo larga porque son menores. Es la misma historia de siempre. Salís y no sabés si volvés”, aseguró a Clarín, Rubén Stumbo, familiar de la víctima.
Ayer la esposa y el hijo de Izetta indignados durante el velatorio del mecánico, hablaron de la pena de muerte para los delincuentes.
La semana que viene Izetta iba a cumplir 52 años. El hombre vivía en Ayolas al 2400 en Quilmes Oeste junto a su madre, su esposa Alicia y sus dos hijos, Matías y Daniela. El sábado a la noche cuando fue asesinado solo estaba en la casa su mamá de más de 80 años ya que Matías había salido con amigos y su esposa y su hija, habían ido a un certamen de danzas donde participaba la chica.
Todo ocurrió después de que Izetta sacara de su casa (sin rejas y con garage a la calle) su Ford Fiesta modelo 1996. En ese momento fue abordado por dos ladrones que iban en una moto de baja cilindrada, vestidos con gorritas y campera negra , según un testigo.
Los investigadores sospechan que Izetta se resistió al robo, por eso se trenzó en una pelea con uno de los delincuentes y el otro aprovechó para dispararle dos tiros en la cabeza y escapar.
La víctima fue hallada a unos diez metros de donde estaba estacionado el auto. Ahí también se encontró la billetera que tenía dinero aunque no se sabe si era la totalidad de lo que llevaba en ese momento.
Voceros de la Policía de Quilmes decían ayer que “todo fue muy raro porque los delincuentes no se llevaron nada” pero por otro lado destacaban que “la víctima era un hombre de bien, conocido y querido en el barrio” .
Ayer justamente muchos familiares y vecinos se juntaron a media mañana en la casa velatoria de la calle Andrés Baranda para despedir a Jorge. Hasta los compañeros de trabajo de su mujer de una empresa de aguas acompañaron el cortejo fúnebre hasta el cementerio de Ezpeleta.
Con bronca y entre lágrimas, Rubén (primo de la víctima) dijo que “el pedido de justicia no devuelve la vida de Jorge. Por eso haría yo justicia porque si me lo ponen cinco minutos delante a esos pibes les saco las tripas.
Si tienen huevos para tener un revólver tienen que tener huevos para bancarse lo que viene. No sé lo que le pasó a Jorge porque uno además no sabe cómo puede reaccionar en ese momento o si lo provocan diciéndole algo, vaya a saber. Lo cierto es que a él lo liquidaron y a la familia la destrozaron”.
Amelia, la madre del mecánico, estaba quebrada. La mujer se agarraba el pecho constantemente, cruzaba las manos a manera de súplica, y secándose las lágrimas con un pañuelo azul sólo murmuraba: “No puede ser, no puede ser, mi hijo ahí, en ese cajón” .
Los vecinos de Quilmes Oeste aseguran que cuando oscurece en el barrio ya no se ve a nadie en las calles porque tienen miedo . “Todo el día andan pasando motos con chicos buscando alguna presa para robar. Hay arrebatos y robos todo el tiempo. Ya ni siquiera programamos salidas nocturnas porque no sabemos si podemos entrar a casa.
Estamos desprotegidos . Nosotros pagamos los impuestos y por eso le pedimos a las autoridades que nos cuiden”, apuntó Nelly una vecina de la familia Izetta. Anoche la Policía hacía procedimientos en villas de la zona en busca de los asesinos. Pero a más de 48 horas del crimen, nada se sabía de los delincuentes.
martes, 1 de junio de 2010
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