domingo, 11 de julio de 2010

“Fue una pesadilla, me quitaron tres años de mi vida porque sí

10/07/10

A Rodrigo Moya lo detuvieron injustamente en 2007 por homicidio. Lo acaban de absolver.

PorFabián Debesa
La Plata. Corresponsalía


Con una mezcla de emoción, impotencia e indignación, Rodrigo Nahuel Moya (21) fue recibido en su humilde casa de la periferia de La Plata después de pasar tres años en prisión. Sensaciones cruzadas por la certeza de que hubo una injusticia: el joven estuvo preso por un asesinato que, según comprobó ahora un tribunal oral, no cometió .

“Fue una pesadilla, me quitaron tres años de mi vida porque sí . Sin motivos. Nunca pude entender cómo terminé en una cárcel”, le dijo Rodrigo a Clarín , rodeado de hermanos y sobrinos que no podían ocultar sus ojos enrojecidos.

El joven fue detenido el 6 de agosto de 2007 en su casa de 123 y 39, donde vivía con su familia. Tres días antes se había producido el homicidio de un agenciero en pleno centro de La Plata y la ciudad todavía estaba conmocionada . La víctima se llamaba Marcelo Quintín Barbero (48) y había sido asesinada en un asalto a su local por dos jóvenes que se movían en una moto.

Rodrigo Moya sostiene que, ese día y a esa hora, él dormía en su casa. “La noche anterior estuve mirando películas hasta tarde”, recordó. Y contó que, horas antes de su detención, un policía que vivía en el barrio le había advertido: “A vos te buscan por una boleta (un crimen)”. Su respuesta fue: “Que vengan, total no hice nada”.

Según Rodrigo, él tenía un viejo enfrentamiento con ese policía . “Vivía enfrente y siempre me decía que, cuando cumpliera 18, me iba a meter preso.

Nunca pensé que sería cierto . Tres años me metió. Tres años”, señaló Rodrigo, a pocas horas de dejar su celda de la unidad carcelaria de Magdalena.

Su detención se produjo el 6 de agosto de 2007, cuando una patrulla lo llevó a la comisaría por “averiguación de antecedentes”. En la misma seccional estaba declarando un taxista, testigo del caso Barbero. Fue un cruce que resultó fatal : el chofer lo vio pasar y lo señaló como autor del crimen. Rodrigo recién pudo regresar a su casa tres años después.

El testimonio del taxista fue la única prueba que hubo alguna vez contra Rodrigo. Luego se incorporaron al expediente unas supuestas llamadas anónimas que lo involucraban. Pero las huellas dactilares levantadas en el lugar del crimen no coincidían con las de Rodrigo. Y el arma usada en el asesinato fue hallada en una casa que nada tenía que ver con él.

El caso llegó a juicio y, el Tribunal Oral N° 3 de La Plata –integrado por Ernesto Domenech, Elba Demaría Masey y Omar Pepe– dispuso la absolución del imputado . “Ninguna prueba objetivable permite relacionar a Moya con la escena del crimen”, señalaron. Apuntaron que el reconocimiento que hizo el taxista “fue un procedimiento completamente irregular e irrespetuoso de las garantías constitucionales”. Y consideraron que las llamadas anónimas “ningún valor pueden tener para formar convicción alguna sin gravísima afectación de las reglas de la prueba y el procedimiento”.

Ahora, Rodrigo intenta reconstruir su vida. Sus padres y hermanos viajaron cada fin de semana a Magdalena para visitarlo. “Nunca lo abandonamos. Tenemos que agradecer la tarea del abogado, Julio Beley”, dijo Juan, su papá. “A mi hijo lo apuntaron porque necesitaban encontrar a un culpable. Y hallaron a un perejil que se pasó tres años en una celda sin tener ninguna responsabilidad”, agregó, indignada, su madre, Olga.

Rodrigo trabajaba como vareador en el Hipódromo de la Plata. “Hablé con mi jefe y me dijo que podía volver”, contó el joven.

El Tribunal ordenó que una fiscalía investigue la actuación de la Policía en el caso. No se le escapó, tampoco, que el crimen quedó impune : “Voto por la absolución, consciente del dolor que provoca la impunidad”, apuntó el juez Domenech.

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