23/11/10 La mujer había sido encerrada en una casa de Tandil y obligada a prostituirse. En un descuido de sus captores pudo huir. Y ahora declaró en un juicio que terminó con cuatro personas condenadas. Luego fue testigo clave para desmantelar la banda
PorGuillermo Villarreal
Mar Del Plata. Corresponsal
A LA CARCEL. LOS CUATRO ACUSADOS, INCLUIDA LA MUJER, FUERON CONDENADOS A PENAS DE PRISION EFECTIVA.
En la primera y única vez que “el Morocho” y “el Chileno” se desentendieron de su cuidado, María aprovechó la oportunidad. Abrió la puerta balcón de una de las habitaciones de la planta alta y desde unos tres metros de altura saltó . Desesperada, corrió y pidió ayuda en un centro comunitario cercano. Gina, la mujer que la recibió, describió a la joven desencajada que golpeaba a la puerta: “ tenía las manos lastimadas, estaba muy nerviosa y asustada, decía que tenía miedo y que no sabía dónde esconderse ”. Horas más tarde, en una Fiscalía, María denunció a sus captores. Así se comenzó a desbaratar una banda de trata de personas.
María tenía 28 años y Favia 22 cuando en Caaguazú, Paraguay, les propusieron un bien remunerado empleo en Buenos Aires para “cuidar ancianos”. La propuesta fue de una mujer que hizo de “intermediaria” entre ellas y la banda. Ambas ya eran madres, necesitaban trabajar y aceptaron. Recibieron un giro de dinero para comprar los pasajes y días más tarde llegaron a Retiro. Estuvieron varias horas perdidas y sin hablar con nadie en la terminal de ómnibus, hasta que una pareja las fue a buscar. Eran “Gladys” y “el Chupa”, quienes las llevaron a Tandil.
“Llegamos a una casa y nos dijeron que teníamos que atender a los hombres que fueran, que teníamos que tener sexo con los clientes. Las dos dijimos que no, pero nos amenazaron con lastimar a nuestros hijos que habían quedado en Paraguay . También nos golpeaban. ‘El Morocho’ un día me pegó con el cinto y como se estaba pasando ‘el Chileno’ lo frenó”, contó María, por momentos sollozando, a los jueces Mario Portela, Néstor Parra y Roberto Falcone, del Tribunal Oral Federal de Mar del Plata.
La joven declaró desde el Paraguay, mediante videoconferencia .
Después de la denuncia de María en la Fiscalía de Tandil, la Policía allanó el privado de San Francisco 2162. Allí detuvieron a Angel Raúl Romero, conocido como “el Chupa” y a su mujer Carmen Mercado Sandoval, que se hacía llamar “Gladys”. También al hermano de ella, Mario Mercado Sandoval (“el Morocho”), y a Raúl Aguirre López (“el Chileno”). En la casa los policías hallaron los documentos de las jóvenes, teléfonos celulares y los volantes que usaban para promocionar el local: “ Bebotas mimosas, libertad del placer ”, ofrecían.
Ocho días estuvieron encerradas en la casa las dos mujeres antes de que María consiguiera huir. “Yo me quería escapar, pero una vez el esposo de Gladys me agarró y me golpeó en la habitación de la planta alta . Por eso Favia tenía miedo. Un día, a ella la traían en remis porque la habían mandado a la casa de un cliente toda la noche, la estaba esperando el Morocho y cuando el Chileno bajó, pensé: ahora o nunca . Salté y corrí y una señora me abrió la puerta. Yo estaba lastimada”. Una testigo contó que tenía marcas en manos y antebrazos, producto de la caída .
Esta fue la primera vez que un caso de trata de personas llega a juicio oral en Mar del Plata. Y la Justicia Federal condenó a la pareja que manejaba el lugar a 7 años de prisión y a los dos hombres –uno chileno y el otro paraguayo– que controlaban el “privado”, a 5 y 4 años de cárcel .
Favia, en su relato, contó que no sabían si era de día o de noche , porque “el lugar estaba siempre oscuro”, y que comían “una sola vez por día” .
En el juicio se reveló que algunos policías recibían dinero de parte de los dueños del privado, pero no pudieron ser identificados. También que en Tandil hay al menos otros cuarenta privados que funcionan sin estorbos.
martes, 23 de noviembre de 2010
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