El País 12-08-09
05:23
Remarcó que, "a diferencia de lo manifestado por el Gobierno", el fuerte aumento de gas y luz "alcanza a amplios sectores de los trabajadores". Por otra parte, la oposición buscará hoy que haya debate en Diputados para derogar las controvertidas subas.
El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, salió ayer con su sello inconfundible a marcar distancia del Gobierno en medio de la polémica desatada por los tarifazos de gas y luz. El primer párrafo de un comunicado que lleva las firmas del jefe de la CGT y las de los secretarios de Derechos Humanos, Julio Piumato, y de prensa, Héctor Daer, habla de la "honda preocupación" de la CGT "frente a los incrementos que vienen llegando en las tarifas de luz y gas y que no sólo afectan a los grandes consumidores sino a diferencia de lo manifestado por el Gobierno alcanza a amplios sectores de trabajadores con subas largamente superiores a lo autorizado oficialmente".En otro párrafo que mezcla en dosis iguales los cuestionamientos a la Casa Rosada y a las empresas, el texto pulido por el camionero señala: "Los trabajadores organizados ratificamos la decisión de no aceptar subas que deterioren el poder adquisitivo de los salarios ni mucho menos maniobras fraudulentas de cualquier tipo que pretendan alterar la paz social de la Nación".La polémica en torno a los incrementos tarifarios estalló la semana pasada, cuando miles de consumidores recibieron boletas con aumentos de hasta el 300 por ciento. Al defender los aumentos, el ministro de Planificación, Julio de Vido, sostuvo que el incremento en la luz impactaba sobre el 8 por ciento de los hogares y en el caso del gas, sobre el 18 por ciento. De todas formas, el Gobierno tuvo que ordenar que las distribuidoras eléctricas suspendieran la emisión de facturas para los clientes que consumen más de 1.000 kW hora por bimestre para aquietar el malhumor social. Pese a la postura oficial de convalidar los aumentos, la CGT, aliada estratégica de los Kirchner, salió ayer a marcar una prudente distancia. Al mismo tiempo, y como ya es habitual, Moyano cruzó duro al sector empresario. En el mismo comunicado sostuvo que, de confirmarse las sospechas en torno a una facturación indebida, "sería de extrema gravedad porque implicaría, no un mero error, sino una clara maniobra política para provocar descontento social y crear un clima de desestabilización alentado desde determinados círculos de poder económico que añoran el regreso a las políticas neoliberales del pasado". La relación entre Moyano y el Gobierno atravesó diversas etapas, pero en los seis años que llevan los Kirchner en el poder la alianza resultó inquebrantable. El texto que se conoció ayer fue armado por Moyano y su aliado Piumato. Sus rivales internos y el propio secretario de prensa de la CGT ni siquiera conocían el contenido, como había sucedido dos días antes cuando el camionero salió a fijar su posición sobre la polémica en torno a la televisación del fútbol. Moyano ha sabido sacarle provecho a su estrecha relación con el Gobierno, pero en algunas oportunidades también eligió marcar diferencias, sobre todo cuando sintió que alguna decisión oficial podía amenazarlo. Hace sólo un mes atrás, el jefe de la CGT salió a decir públicamente que Eduardo Duhalde podía presidir el peronismo. Enseguida se supo que estaba molesto por una designación en el área de Salud que logró revertir en menos de 48 horas. Hizo valer el fuerte respaldo que le había dado a Kirchner antes de las elecciones. Ahora, las señales son confusas. La semana pasada, el Gobierno cambió al titular de la Superintendencia de Salud, que maneja unos 3.000 millones de las obras sociales. Pero la titularidad de la Administración de Programas Especiales (APE), donde se manejan 930 millones de pesos anuales, sigue vacante. Esa designación podría marcar el futuro de la relación entre Moyano y los Kirchner.
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