jueves, 13 de agosto de 2009

Todo a las apuradas: tarifazo simultáneo y retirada forzosa

Clarin 13-08-09

CUANDO A LAS PALABRAS OFICIALES SE LAS LLEVA EL VIENTO
Todo a las apuradas: tarifazo simultáneo y retirada forzosa


DESCONTENTO. UNA USUARIA




El que tiene que pagar, que pague, este es un tema definido", había dicho el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. "La suba sólo alcanza a los usuarios de clase media alta", remachó Miguel Pichetto, el titular del bloque de senadores oficialista. Ambos defendieron, así, el impuestazo al gas: seguidismo cerrado y sin mayor reflexión a la Casa Rosada o metidas de pata, cualquiera de las dos cosas vale visto el resultado final.En cambio y quizás con alguna información sobre el desenlace, el kirchnerista Agustín Rossi contradijo sin vueltas a Pichetto. Afirmó que el alto consumo de gas no equivale, necesariamente, mayor poder adquisitivo. Puesto de otra manera: el que tiene cero no consume por cero; ni el de cien, gasta por cien.La opinión del jefe de los diputados K se parece a lo que dicta el sentido común y a la serie de trabajos técnicos hechos sobre el tema. En fin, a lo que finalmente pasó, aunque no hubiese sido tomado en cuenta por el Gobierno: ni con el gas, ni con la luz.Con el conocido expediente de poner las culpas en otros, el ministro de Planificación dijo ayer, en el Congreso: "Fue una mala evaluación de las empresas concesionarias: nos habían inducido a algunos errores en la segmentación" de los aumentos. De ese modo pretendió justificar una falla que le compete por entero a su área: finalmente, allí fueron dictadas las resoluciones."Existía un fenómeno generalizado que nos indica que había que tomar medidas de fondo", volvió a justificarse Julio De Vido. Otro discurso de apuro. El fenómeno generalizado, se presume, es la montaña de subsidios acumulada estos años, pero también va a la cuenta propia.Lo que tampoco encuentra explicación es el modo como el kirchnerismo quiso resolver eso que él mismo había creado. De un día para el otro, a tarifazo limpio y sin mayor rigor técnico.Peor todavía: hubo un enorme saque simultáneo a la luz y el gas. Por lo mismo, imposible de ocultar e imposible, a la vez, que no desatara una ola de quejas de los usuarios.Las preguntas caen solas, y las respuestas vienen implícitas. ¿Siete años no fueron suficientes como para saber lo que se estaba gestando y el costo que eso representaba? Y más aún: ¿No sobró tiempo para trabajar en resoluciones más equilibradas, propias según corresponde y no por cálculos de las compañías, si es que era necesario tomar medidas de fondo?Con la soga de los subsidios al cuello, no se reparó en que podían existir consumos justificados. Igual que con el PURE, que pena consumos de luz superiores a los de 2003, como si en estos años hubiera sido un exceso mejorar la calidad de vida con algún equipo nuevo o atender las necesidades de una familia más numerosa.Para ser rigurosos, no todo es responsabilidad del Ministerio de Planificación. Más de una vez, el secretario de Energía, Daniel Cameron, debió salir de la Casa Rosada con sus carpetas en la mano, tal como había llegado: Néstor Kirchner presidente jamás quiso escuchar una sola palabra sobre ajustes tarifarios. Cameron es un pingüino de la primera hora y, se supone, quien más conoce de política energética en el Gobierno, dado que Néstor lo designó y Cristina lo ratificó. Pero carga con la mochila de un pecado capital, en el mundo K de las teorías conspirativas: se lo considera muy cercano a las petroleras.La marcha atrás de ayer significa que se esfumó la plata que el Gobierno pensaba ahorrarse en subsidios a la luz e importaciones de gas: 500 millones de pesos, según las cuentas de De Vido. Saldrán de otras partidas del Presupuesto. Probablemente de la llamada Jurisdicción 91, una enorme caja que se usa a discreción, ante cualquier circunstancia y en base a los superpoderes: allí hay $ 14.312 millones, de los que se gastaron 4.861 millones.Con las cuentas fiscales en estado de ahogo financiero, está claro que se volverá sobre el achique de los subsidios. Costosas salidas de apuro. Y todo bastante parecido a una bomba de tiempo que Néstor le dejó a Cristina, así el ex presidente no se lo hubiera propuesto.

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