04/10/10
En los sectores medios el descenso fue del 18%. Fue en los últimos 5 años. Actualmente estudia el 21 % de los jóvenes de clase baja y el 52 % de los de clase media. Entre las causas, la deserción en el primer año y la necesidad o la elección de trabajar.
PorPablo Sigal
No sé si estudiar Arquitectura, Paisajismo o Letras”. La frase, que se le escuchó a uno de los tantos jóvenes de vocación desorientada que visitaron la exitosa ExpoUBA en La Rural los últimos días, representa una de las razones de la caída del número de estudiantes de entre 20 y 25 años que sigue una carrera. Pero no la única. Los especialistas consultados por Clarín aseguran que los factores principales son la deserción por la mala formación que los estudiantes traen del secundario, la incapacidad del sistema educativo de retener alumnos en el nivel superior y la ampliación del mercado laboral, que hace que muchos jóvenes, por necesidad o elección, trabajen en vez de estudiar.
Un trabajo de la consultora privada EPM, sobre datos comparativos de TGI-IBOPE entre 2005 y 2010, muestra que la cantidad de jóvenes de entre 20 y 25 años que estudian descendió un 15 % en ese lapso. Al analizar los porcentajes por nivel socioeconómico surge que en los sectores bajos el descenso fue del 34 % y en los medios, del 18 %. En los altos, en cambio, hubo un aumento del 7 %.
La encuesta, sobre 1.200 casos en ciudades de más de 50.000 habitantes de todo el país, revela que el Norte argentino y Cuyo son las regiones donde esta realidad pega más fuerte (ver infografía). En el promedio del país, estudian 2 de cada diez jóvenes de nivel socioeconómico bajo y 5 de cada diez de nivel medio. La proporción trepa a casi 8 en el nivel alto.
Otro dato preocupante de la encuesta es la cantidad de jóvenes que, además de no estudiar, tampoco trabaja : pasó del 28 % en 2005, al 34 % en 2010. Y entre los que estudian, los que trabajan son más: pasaron del 29 % al 33 %.
Los especialistas consultados dicen que no hay un solo motivo que explique esta situación. Uno es la deserción, es decir, los que empiezan una carrera y la abandonan. “Durante el primer año de estudio, el 50 % deja la facultad”, explicó Juan Carlos Pugliese, secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación hasta diciembre de 2005, actualmente en la actividad privada. “Si bien en los últimos años creció el presupuesto de las universidades , esto no se refleja en los resultados porque hay cuestiones que exceden esa variable. En esto influye directamente la mala formación con la que muchos jóvenes terminan el secundario”, agregó.
Para Pugliese, también pesa la brecha social: “Es paradójico que estos años de crecimiento del país no se vean reflejados en la universidad. Eso habla de una mala distribución de la riqueza. Es decir, el crecimiento por sí solo no es redistributivo”. Pero esa paradoja también es explicada desde otro ángulo: “Ahora hay más trabajo y muchos eligen trabajar en vez de estudiar”, dice Inés Dussel, investigadora de FLACSO (ver “El efecto...” ). El informe CINDA 2010, de Desarrollo de la Educación Superior en Latinoamérica, da otra pista al respecto. En el caso de Argentina, se refiere a una “desarticulación del sistema, en lo que tiene que ver con la vinculación con el entorno productivo”.
El trabajo de EPM tiene un correlato en los registros oficiales del Ministerio de Educación, cuyas autoridades no respondieron ante la consulta de Clarín . El documento Anuario 2008 de Estadísticas Universitarias (el último disponible) muestra que la matrícula en las universidades públicas cayó a partir de 2002, mientras que las de las privadas subió mucho. Las estatales pasaron de tener 305.614 nuevos inscriptos aquel año, a 271.428 seis años después. Las privadas pasaron de 53.650 a 93.800.
La tendencia se aprecia en la matrícula de las universidades privadas: la UCA pasó de 16.900 estudiantes en 2005 a algo más de 19.000 en 2008. En el mismo periodo, la UADE pasó de 17.400 estudiantes a 21.680. Y la del Salvador, de 14.690 a 18.160. En el periodo 1998-2008, la tasa de crecimiento de las universidades privadas duplicó a la de las públicas.
Además de la deserción, otro problema es la cantidad de alumnos que se recibe: sólo el 12 %, promedio que se estancó en la última década. En países desarrollados la tasa de recibidos es del 25 %.
Silvina Gvirtz, docente de la Universidad del Salvador e investigadora del Conicet, consideró que “esta realidad no se puede atribuir sólo a factores económicos, porque ahora no hay más crisis que en 2005”. Y agregó: “Es importante la formación que los alumnos traen de la secundaria: en colegios de clase alta (y no en los de sectores medios y bajos) trabajan como contenido la planificación, es decir, imaginarse la vida de acá a 30 o 40 años. Y eso termina siendo patrimonio de los sectores altos.
Las clases más vulnerables están pegadas al presente , y la universidad exige un esfuerzo cuyo rédito no se ve en lo inmediato”.
A esto se suma la crisis vocacional: “Los chicos salen de la escuela y no saben qué carrera seguir. Pululan de una universidad a otra y al final dejan porque empezar de nuevo cada vez los va frenando. Todo esto no hace más que contribuir a la segregación”.
lunes, 4 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario