miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Habrá penas y olvido?

Por José Luis Delgado

Sí, ya sé. No es el literal estribillo del inmortal 'Mi Buenos Aires querido' compuesto para la voz de Gardel; le faltan algunas sílabas.
Esto se relaciona con lo que a continuación paso a contar, algo grave y preocupante que mantiene abierta la mayor herida de las muchas que sufre este hermoso país
relaciona con lo que a continuación paso a contar, algo grave y preocupante que mantiene abierta la mayor herida de las muchas que sufre este hermoso país.

-¡Aquí en Ezeiza se están matando!, las balas rozan nuestras cabezas; hay muertos y bastantes heridos; no sé si saldremos vivos de esta!

Era el desesperado mensaje que en directo por TV emitía un periodista tirado en el suelo y sosteniendo a duras penas el micrófono narrando la llegada de Perón al país tras diecisiete años de exilio. Corría el 20 de junio de 1973 y la llamada Masacre de Ezeiza se consumaba. Dos bandas de civiles armados eran emboscadas por la CGT disputándose a tiros un lugar de privilegio en la tribuna donde el anciano líder diría sus primeras palabras.



-¡Esos imberbes infiltrados, mejor se callan y se retiran... Fuera, fuera de aquí!



Así echaba Perón de la Plaza de Mayo a los protagonistas del enfrentamiento de Ezeiza que reclamaban una parcela de poder en su presidencia. El viejo zorro los había 'usado' durante su exilio y ahora, logrado su objetivo, los descartaba. Montoneros y ERP declaraban la guerra al Gobierno.



La selva de Tucumán se había convertido en el cuartel general y lugar de adiestramiento de la guerrilla. Desde allí partían grupos armados cuyo objetivo era la toma de cuarteles y el asesinato sin piedad del personal militar, incluidos los chicos civiles que cumplían con el servicio obligatorio.



"Se ordena al ejército argentino desarticular el accionar subversivo". Este era el texto del decreto que el presidente Lastiri hacía conocer tras la reciente muerte de Perón el primero de julio de 1974.



Argentina era una olla a presión a punto de estallar cuando Isabel Martínez, tercera esposa del líder fallecido, recibía la presidencia. Marioneta de su secretario, José López Rega, apodado 'el Brujo' por sus consabidas prácticas exotéricas, precipitó el golpe militar del 24 de marzo del 76. La Junta Militar, en su primer comunicado, anunciaba la detención de Isabel y la instauración del llamado Proceso de Reorganización. Acababa de nacer la etapa más triste de la historia.



Si bien el pueblo recibió a las botas con cierto alborozo, vista la impotencia del gobierno civil para derrotar la pesadilla del terrorismo, sumado al caos económico reinante, pronto descubrió el nefasto perfil de los nuevos gobernantes. Salvo poner bombas, como sus enemigos, los militares cometieron gruesos delitos de lesa humanidad, incluyendo la apropiación clandestina de bebés nacidos en cautiverio.



Creyendo haber concluido la labor de exterminio del terrorismo y ante otra crisis económicosocial, el general Galtieri remata su faena invadiendo las Islas Malvinas ocupadas por Gran Bretaña: Ellos mismos se acababan de poner la soga al cuello al enfrentar a la armada inglesa y ser derrotados. La democracia volvía al país.



Un inepto y temeroso Raúl Alfonsín firma La Ley de Punto Final para cerrar el telón de los años que habían pasado. Pero aún no había guardado el bolígrafo cuando sorpresivamente se produce el asalto al Cuartel de la Tablada con un saldo de numerosos muertos. El terrorismo seguía vivo.



Con la ley de Obediencia Debida, el 'Califa' Raúl Menem trata de congraciarse con la cúpula militar para poder contrabandear tranquilo armas a Ecuador y Venezuela, cosa que parece ser le costó la vida a su hijo en un 'accidente'.



Tendríamos 'el gusto' de conocer a 'Fernando I' (De la Rúa), de cómica y mediática personalidad, quien hunde al país en la crisis del 2001 con 'el corralito'.
Y como el mundo es redondo y gira sobre su eje, llegan por fin al poder los expulsados por Perón de la Plaza. La familia K toma las riendas de la nación dese el 2003, montando en el caballo de sus gobiernos antiguos compañeros de lucha y a otros que sin haberlo sido, son 'incondicionales'. Es el caso de Ebe de Bonafini, actual dueña y señora de la Plaza de Mayo, admiradora de ETA y festejante del atentado a las torres gemelas.

Por ahora, lo positivo es que se están juzgando a los militares, lo negativo es que se reivindica el 'accionar subversivo'.
Habrá penas para unos y olvido para otros.

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